Una viuda revive su tragedia para consolar a las familias de Bucha
Una madre desconsolada, que finalmente ha conseguido localizar y enterrar a su hija asesinada en la traumatizada ciudad ucraniana de Bucha, se funde en un largo abrazo con una mujer impulsada a ayudar por su propio dolor.
Mijailina Skorik-Shkarivska, asesora de la alcaldía de esta ciudad donde denuncian crímenes de guerra de Rusia, está auxiliando a las familias en el atroz proceso de encontrar a sus familiares en unas morgues saturadas.
Entiende de forma muy íntima sus necesidades y sentimientos: su marido murió en 2014 luchando contra separatistas prorrusos en Ilovaisk, en el este de Ucrania, escenario de una batalla particularmente sangrienta.
"Siento el dolor de esta gente", dice el viernes en el exterior de la morgue de Bucha, una ciudad cercana a Kiev donde, después de la retirada de las tropas rusas, aparecieron decenas de cadáveres de civiles, una veintena tirados en una sola calle.
"Para mi es muy personal, entiendo cómo de importante es para las familias estar seguras y enterrar" a sus familiares, explica mientras nuevas bolsas mortuorias blancas y negras van llegando al depósito de cadáveres.
Las autoridades han recuperado unos 400 cuerpos de Bucha desde el fin de los combates en la zona, contando a gente muerta por la guerra pero también por otras causas. El municipio ha tenido que pedir ayuda a otras morgues de la zona, lo que ha dificultado la búsqueda para los familiares en duelo.
"El problema es que los cuerpos están en otras partes y los familiares están aquí", indica Skorik-Shkarivska.
- Duelo incompleto -
La hija de 45 años de Nadia Kovalenko, Inna, murió el 19 de marzo por un bombardeo mientras iba a buscar agua para la familia. Sus allegados hicieron un entierro improvisado porque los combates arreciaban a su alrededor.
Tras la retirada de las fuerzas rusas, las autoridades exhumaron el cadáver para un análisis forense y para prepararlo para un entierro permanente. Pero la madre tardó un tiempo en poder recuperarlo.
"He tenido que venir cuatro días seguidos y había cola" de gente esperando, explica Kovalenko. "Esperamos y la encontramos. Ayer la enterramos".
Con un reguero de lágrimas por el rostro y el cuerpo convulsionándose con los gemidos, la mujer se funde en un abrazo con Mijailina Skorik-Shkarivska.
"Ya está. Hiciste todo lo que pudiste", trata de consolarla la mujer viuda.
Otras familias, sin embargo, todavía no han podido culminar el proceso de despedirse de sus seres queridos.
"He venido hoy. Y he estado viniendo por dos semanas ya para mirar los cadáveres y encontrar a mi marido", dice Tania Boikiv, de 52 años, con una mascara y unos guantes que emplea mientras observa los cuerpos.
Según explica, las tropas rusas se llevaron a su marido de casa y lo retuvieron en otro pueblo durante dos semanas. Antes de retirarse, lo golpearon hasta la muerte.
Una de sus pistas más importantes es una fotografía tomada por un cura de los cadáveres que, según cree, muestra el de su marido.
"Lo más terrible de mi vida es que mi marido, mi amado, se ha ido. No sé qué puede ser peor", dice Boikiv a AFP.
"Los cuerpos muertos ya no me asustan, comparado con la tragedia en mi vida". "Sería un consuelo enterrarlo, visitar su tumba", añade.
N.Handrahan--NG