Antes ocupada por yihadistas, una ciudadela de Siria recupera el turismo
A orillas del lago Asad, la ciudadela Qalaat Yaabar sirvió de base de ataques del grupo yihadista Estado Islámico (EI). Ahora, esta fortaleza vuelve a atraer turistas y recupera su estatus de destino cultural en una Siria castigada por la guerra.
Bajo el caluroso sol de junio, grupos familiares posan para tomarse fotografías, algunos encima de los antiguos muros de ladrillo de esta fortaleza situada junto a esta presa artificial en la provincia norteña de Raqa.
Aunque vive a una hora en coche, Abdulá al Yaber visita por primera vez Qalaat Yaabar con sus hijos. Antes les enseñaba los viajes escolares que hacían a la ciudadela con la esperanza de poder visitarla juntos algún día.
"Su sueño era ver Qalaat Yaabar", dice el hombre de 41 años con una sonrisa. "Hoy los he traído aquí para que la vean", añade.
Este monumento de la época islámica atrae a un creciente número de visitantes desde el inicio del verano, gracias también a la mejora de la seguridad en los últimos años.
El castillo se remonta a la época selyúcida y mameluca (siglos XI a XVI) y se considera una de las fortalezas más destacadas de Siria.
En 1974, con la construcción de la presa Tabqa en el río Éufrates, la ciudadela se convirtió en una isla en medio del lago Asad.
Una estrecha carretera conecta la orilla con la fortaleza, que cuenta con 35 puentes y una mezquita. Antes albergaba un museo con decenas de objetos, pero este fue saqueado por el EI.
- Paseos en barco y pícnics -
La fortaleza se encuentra a 50 kilómetros de la ciudad de Raqa, antes la capital de facto del autoproclamado califato del EI en Siria.
En 2017, guerrilleros kurdos respaldados por Estados Unidos recuperaron la fortaleza de los yihadistas, que mandaron en esa zona desde 2014.
La ciudadela, que dominaba la mayor prisión en Siria del EI, era un lugar estratégico para el grupo para lanzar ataques y vigilar los movimientos alrededor del centro de detención que controlaba en la época.
El EI había cavado trincheras en las afueras del castillo que utilizaban "para formar a niños soldados", contó Mohamad, un habitante de Raqa de 45 años, que pidió utilizar un seudónimo por razones de seguridad.
"Se prohibió a los residentes visitar la zona porque era un área militar. Pero la situación ha mejorado hoy", agregó.
Los paseos en barco y los pícnics en las orillas arenosas del lago Asad también han ayudado a convertir la ciudadela en un destino popular para las familias.
Cerca de los muros imponentes de la ciudadela, los jóvenes se reúnen para fumar la narguile a la sombra con melodías de música árabe.
Radwan Kahawati dijo haber venido de la ciudad costera de Latakia, a cinco horas en automóvil, para visitar la ciudadela con su familia.
"Hemos venido aquí para hacer turismo y cambiar de aire", dijo a la AFP.
"Mi hija me dijo: 'Llévanos a Yaabar', porque ella escuchó hablar del lugar en la escuela", agregó.
O.F.MacGillivray--NG