El heredero de Red Bull a la fuga diez años después de un accidente fatal
Un Ferrari estrellado, un policía muerto y el heredero de una fortuna multimillonaria a la fuga: diez años después, Tailandia está todavía lejos de resolver uno de sus casos de atropellos más conocidos.
Vorayuth "Boss" Yoovidhya, príncipe de la familia de la bebida energética Red Bull, está acusado de estrellar su coche deportivo contra la moto del policía Wichean Glanprasert en el barrio más rico de Bangkok hace justamente una década este sábado.
Después de esquivar a los investigadores y finalmente huir de Tailandia en un avión privado en 2017, Vorayuth se convirtió en símbolo de la impunidad que, según los críticos, disfrutan las grandes fortunas del reino.
"La percepción de distintos sistemas de justicia para diferentes segmentos sociales desgasta la confianza pública en la capacidad del Estado tailandés para cumplir con su responsabilidad de proteger los derechos humanos de todos los tailandeses", dijo Amnistía Internacional Tailandia a AFP.
Como nieto del cofundador de Red Bull Chaleo Yoovidhya, que murió en 2012, Vorayuth integra un clan con una fortuna estimada de 26.400 millones de dólares, la segunda familia más rica de Tailandia según Forbes.
"Esta familia no es solamente poderosa en Tailandia, son poderosos en todo el mundo", dice a AFP el analista político tailandés Pavin Chachavalpongpun, de la Universidad de Kioto.
En las horas posteriores al siniestro, los investigadores siguieron un rastro de líquido de frenos hasta el complejo de la familia en Bangkok, donde encontraron el coche muy abollado y con el parabrisas roto.
La policía aceptó inicialmente la premisa de que iba un empleado al volante, pero después Vorayuth se convirtió en el sospechoso principal. Incluso el clan pagó a la familia de la víctima 100.000 dólares de compensación, según la BBC y The New York Times.
- Carreras, playa y esquí -
Durante cinco años, el heredero jugó al gato y al ratón con la justicia, con sus abogados alegando que no podía acudir a las citaciones porque tenía negocios en el extranjero o estaba enfermo.
Pero al mismo tiempo se iban publicando fotografías de su estilo de vida de trotamundos: disfrutando en Londres, acudiendo a carreras de Red Bull, tomando el sol en la playa o esquiando en la montaña.
Los cargos de exceso de velocidad, conducción bajo los efectos del alcohol o de omisión del deber del socorro prescribieron antes de que un tribunal de Bangkok emitiera una tardía orden de detención en 2017.
Para entonces, Vorayuth ya había huido.
En 2020, las autoridades tailandesas retiraron todos los cargos contra él para gran indignación pública que incluyó una campaña en redes sociales para boicotear a Red Bull.
En medio de las críticas, TCP Group, la matriz tailandesa de Red Bull, distanció a la firma del caso y aseguró que era un asunto privado.
Con el enfado creciendo en paralelo a protestas antigubernamentales de jóvenes tomando las calles, la oficina del primer ministro Prayut Chan-o-cha ordenó una revisión del caso que concluyó que toda la investigación había sido "comprometida".
Las organizaciones de derechos humanos comparan esta demora en el caso de Vorayuth con la celeridad en los casos contra los líderes de las protestas gubernamentales, muchos imputados con varios cargos de difamación a la monarquía que pueden acarrear hasta 15 años de cárcel.
La Oficina del Fiscal General de Tailandia anunció nuevos cargos contra Vorayuth y, en septiembre de 2020, Interpol lanzó una alerta roja para su arresto.
- Solo queda un cargo -
El mes pasado, prescribió otro cargo por consumo de cocaína, dijo la fiscalía general, que ahora solo tiene un camino para seguir con el proceso: conducción imprudente con consecuencias mortales, que implica un máximo de 10 años de cárcel.
La oficina del ministerio público indicó a AFP que el cargo es válido hasta 2027. Pero pocos esperan ver a Vorayuth frente a un tribunal.
"Desde el principio, mucha gente auguraba cómo iba a terminar", dice el analista Pavin, apuntando al fuerte enfado público con el caso.
"La gente rica yéndose de rositas se ha vuelto muy normal en la sociedad tailandesa. Pero la gente tailandesa no acepta que esto esté bien", apunta.
T.M.Kelly--NG