Nuevas variedades de banano para salvar el sector en las Antillas francesas
Un instituto de la isla francesa de Guadalupe creó nuevas variedades de banano para salvar un sector amenazado por las enfermedades tropicales en las Antillas.
"Queremos garantizar el futuro del sector a largo plazo", explica a la AFP Jean-Louis Butel, cuya explotación alberga varios centenares de plantas de estas nuevas variedades, llamadas 964, 965 o 966.
La variedad Cavendish, que domina el mercado mundial, está amenazada por la cercosporiosis negra, una enfermedad de las hojas que afecta a la calidad de los racimos, y el hongo fusarium denominado "raza 4", que aún no ha llegado al territorio.
"Sabemos que es una cuestión de tiempo", subraya Marcus Hery, director del Instituto técnico tropical (IT2).
El objetivo de la institución es crear una variedad que resista y permita mantener la actividad del sector, que representa el "96,2% de las exportaciones en volumen del sector primario" de Guadalupe, según datos oficiales del año 2021.
Tras su "hibridación natural" en el Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (CIRAD), "se hacen pruebas inoculándoles enfermedades", explica Hery.
Sólo entonces se lleva a cabo una primera fase de pruebas "situacionales" con los productores, antes de generalizar la variedad.
- Competir con República Dominicana -
"Sabemos que el futuro es la producción orgánica, por eso nuestras variedades se cultivan" respetando la cercanía con la naturaleza, afirma Jean-Louis Butel.
El productor no solo teme las enfermedades que ponen sus cultivos en peligro, sino la dificultad de competir con República Dominicana, que fija los precios de referencia del banano orgánico.
Según Butel, esta competencia se explica porque "la mano de obra es más barata" y, sobre todo, porque "las normas fitosanitarias son menos estrictas".
Otro de sus temores es que fracase una de estas nuevas variedades, como ocurrió con la 925. "Trabajamos mucho en este plátano, que se creó hace unos 20 años" y que "se transfirió a los productores a mediados de la década de 2010", cuenta Marcus Hery.
La variedad lo tenía todo. No era "demasiado alta", lo que le permitía ser fácilmente cultivable y no estar expuesta a los vientos en caso de ciclón. También era "resistente a las enfermedades".
Sin embargo, los bananos exportados llegaban demasiado maduros y negros, por lo que era imposible comercializarlos.
Los productores tuvieron que arrancar la totalidad de las cosechas. "Una pérdida de unas 1.200 toneladas de plátanos", suspira el agricultor.
- Economías de escala -
A esos temores se suman los peligros de la clordecona, un pesticida muy tóxico usado en las plantaciones de bananos hasta los años 1990. Pese a ser reconocido como el causante de las elevadas tasas de cáncer de próstata en Martinica y Guadalupe, sigue presente en las Antillas.
"El futuro es lo que hacían nuestros abuelos: la agrosilvicultura", señala Butel, que observa con interés las prácticas de la viticultura biodinámica, sin productos sintéticos.
Sin embargo, es consciente de que el plátano de las Antillas sigue siendo un producto que se dirige a una clientela específica a nivel mundial, a menos que una variedad revolucionaria cambie la situación.
El futuro puede estar en las economías de escala, por ejemplo agrupando el envasado de los racimos, o apostando por la agrotransformación.
Y ello a pesar de que la industria bananera antillana, que carece de rentabilidad, está fuertemente subvencionada.
En medio de estas incertidumbres, los bananos pueden verse beneficiados por la subida de temperatura causada por el cambio climático que, según los especialistas, creará mejores condiciones para el cultivo de todas sus variedades.
T.Murray--NG