Nottingham Guardian - La manteca de karité, una esperanza para las mujeres de Malí

La manteca de karité, una esperanza para las mujeres de Malí
La manteca de karité, una esperanza para las mujeres de Malí / Foto: Ousmane Makaveli - AFP

La manteca de karité, una esperanza para las mujeres de Malí

Niagalé Camara se agacha para poner las nueces en una cubeta. Junto a otras mujeres reunidas en una cooperativa cerca de Bamako, transforma el producto en un aceite vegetal muy popular, la manteca de karité.

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El karité, un árbol que crece sólo en África y cuyo fruto cosechan casi únicamente la mujeres, se ha convertido en un verdadero instrumento de desarrollo en algunos de los países más pobres del mundo.

Según la Alianza Global del Karité (GSA, por sus siglas en inglés), 16 millones de mujeres en África viven de su cosecha, sobre todo en zonas rurales.

Malí es uno de los primeros productores mundiales de karité, junto con Nigeria y Burkina Faso, todos situados en el oeste del continente.

La demanda del producto aumentó de manera exponencial en los últimos años, impulsada por los consumidores occidentales, atraídos por productos presentados como orgánicos y naturales.

Pero las mujeres de la cooperativa de productoras de manteca de karité de la localidad rural de Siby (COOPROKASI) aún no logran beneficiarse del todo de la popularidad de este producto.

En la cooperativa, creada en 2003, trabajan cerca de 1.000 mujeres. Las empleadas permanentes ganan el equivalente al salario mínimo cada mes, unos 76 dólares [45.000 francos cfa]. Las empleadas temporales cobran por cada trabajo realizado.

"Una de las ventajas de la cooperativa es que permite a las mujeres tener un empleo" durante todas las temporadas y no solo las de lluvia, subraya Filfing Koumaré, la responsable comercial.

Para crear la manteca de karité, se debe en un primer momento pelar la nuez para extraer la almendra. A continuación, el fruto es triturado, lavado y secado varias veces antes de ser cocido en una olla para que produzca un líquido oscuro.

Lo que queda se filtra y se limpia de impurezas para obtener el aceite final, la manteca de karité.

El producto se usa para hacer jabones y cremas que se venden luego en el pueblo, pero también en la capital, Bamako, y en países de todo el mundo, según Kamissoko Kinimba Niara, contable de la cooperativa.

"Cuando las mujeres venden, obtienen unos ingresos que les permite tener un poco de autonomía financiera", afirma Assitan Kone Camara, presidente de la cooperativa.

"Pero una de las dificultades es la falta de apoyo y de medios", lamenta.

Para Daouda Keita, la alcaldesa de la localidad, "apoyar esta estructura para modernizarla es clave".

F.Coineagan --NG