Soldados y policías en Líbano acumulan empleos para sobrevivir
Tres días a la semana, Samer se quita el uniforme y trabaja con su tío mecánico. En Líbano, el ejército prohíbe a los militares tener un segundo empleo pero, ante la crisis, soldados y policías no tienen otra opción para llegar a fin de mes.
Desde la crisis de 2019, que sumió a más del 80% de los habitantes del país en la pobreza y redujo drásticamente los salarios, miles de soldados y policías acumulan empleos.
"El ejército sabe que estamos trabajando pero cierra los ojos porque sabe que si no, todos se irían", asegura a la AFP Samer, que utiliza un nombre falso.
Este padre de familia de 28 años trabaja desde hace un año tres días a la semana en el garaje de su tío en Trípoli, en el norte del Líbano, una de las ciudades más pobres del país.
Gana el doble que en el ejército. Pero este salario, acumulado a su sueldo, apenas le alcanza para comprar pañales y leche infantil para su hijo.
"A fin de mes no me queda un centavo", afirma.
Oficialmente, los militares con otros empleos son pasibles de sanciones, que pueden llegar al encarcelamiento.
Pero con la crisis las cosas cambiaron.
La libra libanesa se devaluó un 98% frente al dólar y los sueldos de los soldados se redujeron de unos 800 dólares a 100 dólares al mes, apenas suficientes para llenar el tanque de gasolina una vez y media.
Debido a su papel esencial en este país inestable, el ejército recibe ayuda de muchos otros países.
Catar donó 60 millones de dólares, lo que permitió a los militares libaneses recibir 100 dólares de ayuda durante seis meses a partir de mediados de 2022.
En abril algunos policías también comenzaron a recibir una ayuda mensual de 100 dólares por seis meses de Estados Unidos.
- Vivir con miedo a ser arrestado -
Pero estas ayudas "no alcanzan", lamenta Samer, con las manos negras de grasa, delante del capó entreabierto de un coche.
"Casi todos mis amigos en el ejército tienen un segundo trabajo", confiesa el joven que se alistó a los 19 años, creyendo que su futuro estaba asegurado.
Después de diez años en el ejército, Ahmad, de 29 años, ya no soportaba las restricciones para tener más de un empleo.
Y en 2022, decidió dejar el ejército para dedicarse plenamente a su segundo trabajo de camarero en un restaurante.
Desde entonces vive con miedo de ser arrestado. "Pero al menos gano siete veces más que antes y como todo lo que quiero", asegura.
El ejército, que no respondió a las peticiones de la AFP sobre el tema, tiene dificultades para satisfacer las necesidades esenciales de sus 80.000 militares y para mantener sus equipos.
Incluso ofrece vuelos turísticos con sus helicópteros para ganar dinero.
En las fuerzas de seguridad interior (FSI), que cuentan con cerca de 25.000 policías, la situación es aún más difícil, asegura Elie, un policía de 37 años, cuyo salario es de menos de 50 dólares.
Para alimentar a sus tres hijos, trabaja con su padre, agricultor. "Nuestra situación es lamentable", afirma. "De hecho si te haces un esguince durante el turno, tú pagas la hospitalización", recalca.
El presupuesto de salud de las FSI se volvió insignificante, confirma a la AFP una fuente.
Las FSI, que reciben menos donaciones que el ejército, "cierran los ojos ante los empleos secundarios, porque no hay otra solución", asegura.
"La crisis repercutió en la capacidad de los servicios de seguridad para funcionar normalmente, pero también en la moral" de las tropas, estima Dina Arakji, investigadora de Control Risks.
O.Ratchford--NG