Los habitantes de la ciudad ucraniana de Jersón vuelven a sus casas inundadas
"Toda mi vida estuvo en esta casa. No me queda nada, nada más que paredes mojadas", se lamenta Tetiana Pivneva, cuya vivienda en Jersón quedó inundada por la destrucción de la represa de Kajovka en el sur de Ucrania.
Cuando la inundación comenzó a principios de junio, Tetiana se encontraba con sus dos hijos en Odesa, a 200 km de allí. Volvió esta semana para comprobar cómo estaba su casa y todavía no se ha recuperado del golpe.
"No tengo palabras. He llorado durante varios días", confía esta viuda de 41 años.
"Aunque hubiera estado aquí, no habría podido hacer nada. Era imposible frenar el agua", dice este empresaria.
El cercano río Dniéper creció varios metros después de la destrucción de la represa. Ahora, ayudada por amigos, Tetiana vacía su vivienda cuyos suelos están todavía cubiertos por el barro.
"Esta casa representa toda mi vida", lamenta. "Solo me quedan dos maletas con nuestras cosas en Odesa, dos niños, un gato y un perro. Esto es todo lo que tengo", afirma.
En el interior, un hombre joven con el torso desnudo desmonta lo que queda de algunos muebles. Una mujer recoge el empapelado de la pared que ha caído al suelo y lo lanza en una pila de basura en la calle que cada vez se hace más grande. En el patio, unos colchones enrollados yacen junto a una lavadora.
"Muebles, sofás, suelos, puertas, electrodomésticos..., tiramos todo, no queda nada", dice Olena Pshenychna, una amiga que ha acudido a ayudarla.
"No hacemos más que salvar las paredes para que no crezca el moho. Queremos que el suelo y la pared se sequen para salvar al menos esto", afirma.
- "Techo arrancado" -
Situada en una zona meridional ocupada por Rusia, la represa de Kajovka quedó destruida en las primeras horas del 6 de junio, provocando inundaciones que dejaron decenas de muertos y miles de personas obligadas a dejar sus casas en ambos lados del frente.
Ucrania acusó a Rusia de hacer estallar el embalse para obstaculizar su contraofensiva en el sur. De su parte, Moscú lanza la culpa a Kiev.
A pesar de las advertencias sobre el peligro, Igor y Natalia, una pareja de jubilados, volvieron a su hogar en Jersón para intentar "salvar lo que se pudiera".
En el interior, incluso el yeso se ha caído de paredes y techo.
"Esto era la habitación de nuestro hijo y nuestra nuera", dice Igor señalando un cuarto devastado, con armarios manchados de barro esparcidos por el suelo.
"El techo fue arrancado por el agua, que se lo llevó hasta la puerta de la entrada", explica.
La pareja está en contacto con las autoridades para inscribirse como víctimas de la inundación y percibir una ayuda estatal.
"No tenemos suficiente fuerza para construir y tampoco dinero. ¿Qué vamos a hacer? No lo sé", se desespera la anciana.
Enfrente de un inmueble residencial en otro lugar en Jersón, los habitantes sacaron sus pertenencias a la calle para secarlas o arrojarlas a la basura: sillones, cunas, gavetas, aspiradores... También hay ropa tendida en cuerdas colgadas entre las ramas de árboles.
"He aquí un patio típico de Jersón", lamenta Serguiy Sergueyev, un vecino del barrio y portavoz de una brigada militar local.
"La gente está limpiando sus casas, secando las paredes, sus cosas, de las cuales un 90% serán mandadas al vertedero", explica este hombre de 26 años con traje de camuflaje.
En las últimas semanas ha bajado el nivel del agua, pero no la intensidad de los bombardeos rusos, que no ceden desde la recuperación de la ciudad por parte de las tropas ucranianas en noviembre.
El jueves, cuatro personas resultaron heridas en el último ataque.
"Los rusos y sus bombardeos continúan siendo el problema más grave de Jersón", dice Sergueyev.
N.Handrahan--NG