Niños de una aldea de Marruecos, traumatizados por el terremoto
"Mi papá me llamaba y yo gritaba 'estoy aquí, estoy aquí'", cuenta la pequeña Ibtisam, salvada milagrosamente de entre los escombros de su casa pero traumatizada por el terremoto que arrasó toda su aldea en Marruecos.
Cinco días después del sismo más fuerte de la historia de Marruecos, su familia se instaló en una pequeña tienda de campaña junto a una decena de otras familias, al pie de su aldea de Imi N'Tala, a 75 km al sur de Marrakech.
Ibtisam Ait Idar, de 9 años, perdió también a dos amigas. "Con Muna y Zineb íbamos a la escuela juntas, aunque no estábamos en la misma clase", relata con tristeza.
"Tengo miedo por ella", afirma su madre Naima Benhamou, que perdió a su hija menor de 4 años, a su madre y a su suegra en el terremoto.
Ibtisam fue sacada de entre los escombros por su padre y su tío después de que su casa se hundiera.
Lo que preocupa a Naima es el estado psicológico de su hija, que a menudo se despierta llorando y gritando "sácame, me caí".
Imi N'Tala se encuentra a más de 1.400 metros de altitud en el macizo del Tubkal. Las casas del pueblo, donde viven unas 400 personas, están construidas a lo largo de una carretera estrecha y sinuosa que recorre la cadena montañosa del Alto Atlas.
Según los supervivientes de esta aldea, más de 84 personas --entre ellas 20 niños-- murieron durante el sismo que transformó el lugar en un campo de ruinas impregnado por el hedor de la muerte.
Los paramédicos lograron extraer un cuerpo el miércoles y continúan la búsqueda de más víctimas.
- "Una pesadilla" -
No lejos, Yusef Ait Rais, de 11 años, relata dentro de la tienda familiar cómo "la casa se cayó".
"Quedamos atrapados bajo los escombros", cuenta el niño cuyos padres se encontraban en otro lugar durante el terremoto.
"Estábamos con nuestra abuela. Era como una pesadilla", añade su hermano Zakaría, de 13 años.
Ambos perdieron a su abuela y su hermano, de 16 años, sigue en las urgencias del hospital de Marrakech.
Yusef también perdió a dos compañeros de clase, Taufik y Jalid. "Estudiábamos y jugábamos juntos", dice tímidamente.
Su escuela, cerca de la aldea, quedó gravemente dañada y se suspendieron las clases, al igual que en 40 comunas de las provincias de Al Haouz, Chichaoua y Taroudant.
La Unesco consideró el miércoles "preocupante" la situación de la educación "preocupante", con 530 escuelas y 55 internados degradados.
"El terremoto afectó una zona particularmente rural y aislada, con cerca de un millón de alumnos inscritos y un cuerpo docente de más de 42.000 profesionales", precisó la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Ibtisam Ait Idar quedó conmocionada al ver su escuela tan dañada.
"Me dijo: 'si no podemos ir a clase, tenemos que irnos lo antes posible'", cuenta su madre.
"Haré todo lo posible para enviarla a Marrakech. Es importante que continúe sus estudios", clama su tío Mohamed Ait Tulkine.
Jadija Uhsine, de 32 años, perdió a dos de sus hijas de 2 y 11 años y a sus suegros en la tragedia.
"Perder a tus hijos es un sentimiento que ninguna palabra puede describir", dice delante de su casa, completamente destruida.
D.R.Megahan--NG