Salvando al caimán del Orinoco, el mayor depredador de los ríos de Sudamérica
Un grupo de 160 ejemplares del caimán del Orinoco, especie propia de los llanos de Venezuela y Colombia, es liberado en el río Capanaparo, que cruza ambos países, tras haber sido criado en cautiverio en el marco de un ambicioso programa para salvar de la extinción a este enorme depredador.
Conocido como "caimán del Orinoco" en Venezuela y "caimán llanero" en Colombia, pero en realidad un cocodrilo (Crocodylus intermedius), este reptil, que puede sobrepasar los 6 metros de longitud y 400 kilos de peso, está en peligro crítico de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Es el nivel de alerta previo a la desaparición en su hábitat natural.
Frente a esa amenaza, la cría en cautiverio comenzó en 1990 en Venezuela con proyectos estatales y privados. Sin embargo, aunque más de 10.000 ejemplares han sido liberados en 33 años, las poblaciones siguen estancadas.
Hay apenas unas 100 hembras adultas en libertad en Venezuela, estima la Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Fudeci), una de las organizaciones que respalda el programa que llevó a la liberación de ejemplares jóvenes del pasado domingo 30 de abril.
"Hacemos una parte, OK, levantar los animalitos, criarlos y liberarlos, pero de ahí para adelante ya no depende de nosotros, tiene que haber resguardo, vigilancia, control, educación ambiental", declara a la AFP Federico Pantin, quien junto a su esposa, Tuenade Hernández, administra en Turmero (estado Aragua, centro-norte) el zoológico que fundó su padre, Leslie.
El zoo es centro de cría en este proyecto junto al cercano hato Masagüaral (estado Guárico).
El folclore local venera a este animal con canciones como 'Mercedes', del fallecido músico venezolano Simón Díaz, que usa como metáfora del adulterio a un caimán que devora a una mujer que se baña en el río.
El animal quedó al borde de la extinción en la primera mitad del siglo XX debido a la caza desatada por su cotizada piel.
Más de 2,5 millones de pieles fueron exportadas desde Venezuela entre 1931 y 1934, según cifras oficiales. Hoy, ese comercio está prohibido, pero persisten amenazas: el consumo de su carne y sus huevos y la contaminación de ríos y caños.
- El 'Rancheo', factor clave -
"Tenemos una pareja fértil que produce los huevos que incubamos" y "las crías que nacen" en el zoo, apunta Pantin. "Nos apoyamos también en lo que llaman el 'rancheo', capturar las crías pequeñas en el río, cuando están recién nacidas, y traerlas".
"Esa alternativa tiene mucho éxito, porque la depredación en el ambiente natural es muy grande", explica.
Las crías permanecen un año en el zoológico antes de ser liberadas. Más del 95% sobrevive, al contrario de lo que ocurriría en su hábitat, donde una inmensa mayoría acabaría siendo presa de aves, peces y otros reptiles.
"A los animalitos que nacen o llegan aquí con unos 24 centímetros de tamaño y unos 80 o 100 gramos (...), los vas a liberar con 80 o 90 centímetros de largo y 4 kilos", explica Pantin.
Decenas de pequeños caimanes de piel verdosa con manchas negras y ojos claros esperaban en tanquillas su traslado. A un costado, hay una caseta donde los huevos de la pareja fértil -unos 40 por puesta- son incubados por alrededor de 90 días, enterrados en la arena a 33 centímetros de profundidad, entre 30 y 34 grados centígrados y 85% y 90% de humedad.
Los animales, cuyo ciclo reproductivo es anual, nacen hacia mayo.
La liberación tiene además un "potencial turístico" que debe aprovecharse, señala a la AFP Diego Bilbao, director de Río Verde, que organiza excursiones para verla. Si los lugareños -incluidas comunidades indígenas- perciben al caimán como "fuente de ingresos", subraya, "ayudan a protegerlo".
El zoológico de los Pantin, que desarrolla programas de conservación de otras especies endémicas como el 'cardenalito' (Spinus cucullatus), el 'sapito rayado' de Rancho Grande (Atelopus cruciger) o el 'galápago zuliano' (Rhinoclemmys diademata), suele recibir a escuelas.
"A mí me encanta", relata Hernandez. "La semillita de la conservación se siembra (en los niños) desde pequeñitos", subraya.
T.McGilberry--NG