Nottingham Guardian - El voto rural que se resiste a Harris en el estado crucial de Pensilvania

El voto rural que se resiste a Harris en el estado crucial de Pensilvania
El voto rural que se resiste a Harris en el estado crucial de Pensilvania / Foto: RYAN COLLERD - AFP

El voto rural que se resiste a Harris en el estado crucial de Pensilvania

Ni la apatía de los votantes, los ladridos de los perros o los partidarios de Donald Trump son capaces de disuadir a Carin Pacífico, que de puerta en puerta hace campaña por Kamala Harris en su comunidad rural de Pensilvania, donde los republicanos superan en número a los demócratas en una proporción de siete a tres.

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"Te ves muy bien para tener 81 años", le dice a John, un demócrata registrado, después de llamar a su casa para preguntarle si apoyará a la vicepresidenta Harris en las elecciones del 5 de noviembre, que se prevén muy ajustadas.

"No estoy diciendo que sí, no estoy diciendo que no", responde este residente de Altoona, una localidad de este estado, que fue en su día un próspero centro ferroviario.

"Es decir, que va a votar a Trump sin decir que va a votar a Trump. La legendaria cortesía de Altoona", comenta Pacífico, mientras comprueba su base de datos manual de votantes.

La votación en zonas rurales como Altoona, situado entre los grandes núcleos urbanos de Pittsburgh y Filadelfia, serán vitales para las posibilidades de los demócratas de ganar Pensilvania, con el mayor número de votos de colegio electoral y entre los siete estados determinantes para llegar a la Casa Blanca.

Persuadir a los electores indecisos de la Pensilvania rural es un reto para esta mujer delgada, de unos 60 años, que trabajó en el sector financiero antes de jubilarse y regresar a su Altoona natal.

Otros votantes a los que Pacífico visita durante un recorrido por un pulcro suburbio de casas con jardín son, en su mayoría, menos amables.

"Ya sé a quién voy a votar, ahora salgan de mi propiedad", grita una mujer que figuraba como independiente en la aplicación basada en mapas que usa Pacífico.

- "Represalias" -

En una pequeña oficina en el centro de Altoona, donde los carteles de la campaña de Harris forman una bandera estadounidense, Gillian Kratzer perfecciona el plan de batalla rural de su partido rodeada de mapas de la zona y listas para ir casa por casa.

"Es una batalla cuesta arriba. Y la gente que trabajamos en política demócrata en zonas rurales lo sabemos bien", dice Kratzer, de 43 años, a la AFP.

A su alrededor, un flujo constante de personas acude a recoger carteles o a ofrecer su tiempo para hacer campaña.

"Queremos que los demócratas sepan que tienen derecho a expresarse. De hecho, pueden tener sus propias convicciones. No importa si nos superan en número. Esto es una democracia", dice Kratzer.

Pacífico dice que los partidarios de Harris esconden sus opiniones por miedo a las represalias de los seguidores de Trump. "Hay muchos votantes secretos de Kamala", asegura.

Al ser preguntada por qué no tiene ningún cartel de Harris en su jardín, una entusiasta partidaria de la vicepresidenta dice que no se siente segura. "No quiero problemas", sostiene.

Por eso, la batalla de Pacífico es "animar a la gente que simpatiza con Kamala y quiere algo nuevo, a que salga a votar, porque va a importar", dice.

- "Pueblo olvidado" -

Pensilvania, un estado histórico cuna de la Declaración de Independencia y la Constitución, lucha por superar el colapso de la industria siderúrgica hace décadas y ahora de los estragos del cambio climático y del éxodo de los residentes más jóvenes.

"En la parte occidental de Pensilvania, todavía estamos lidiando con muchas de las secuelas del colapso de la industria siderúrgica hace décadas, mientras que en el sureste, estamos teniendo una afluencia de nuevos residentes de todo Estados Unidos", dice Kyle Kopko, profesor adjunto de ciencias políticas en Elizabethtown College.

La brecha entre el campo y la ciudad se deja sentir con especial intensidad en las pequeñas comunidades rurales del estado, muy afectadas por los estragos de la adicción a los opiáceos.

"Creo que somos un pueblo olvidado. La atención se centra en las ciudades", dice Kim Botteicher, de 60 años, fundadora de FAVOR, que ayuda a quienes viven con la adicción en su comunidad rural de Pensilvania.

Botteicher sostiene que los candidatos no han prestado suficiente atención a las preocupaciones de los habitantes de zonas rurales de Pensilvania, pese a que sus votos podrían marcar la diferencia entre la victoria y la derrota.

O.F.MacGillivray--NG