Nottingham Guardian - Los desaparecidos, una herida todavía abierta de la guerra de Argelia

Los desaparecidos, una herida todavía abierta de la guerra de Argelia
Los desaparecidos, una herida todavía abierta de la guerra de Argelia

Los desaparecidos, una herida todavía abierta de la guerra de Argelia

"Llegaron dos todoterrenos. Los paracaidistas destrozaron la puerta de entrada". Seis décadas después, la herida sigue abierta para Mohamed Tazir, cuyo abuelo desapareció sin dejar rastro luego de que el ejército francés se lo arrebatara ante sus ojos.

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"Los boinas rojas lo detuvieron el 1º de mayo de 1957 a las 03H00 de la madrugada, en el bulevar Cerventès, en Belcourt", un barrio popular de Argel, explica Tazir, de 77 años, por teléfono a la AFP.

Entonces, tenía 12 años y vivía con su padre, un trabajador del servicio postal, al que trasladaron a 100 kilómetros de Argel por su supuesta simpatía con los insurgentes del Frente de Liberación Nacional (FLN).

"Invadieron la casa, vaciaron todos los armarios, tiraron todo por el suelo", cuenta el médico y profesor de microbiología, ahora jubilado en Argel. Buscaban a su padre, apodado "Bacha".

Quien lo denunció esperaba "en uno de los todoterrenos, con un pasamontañas en la cabeza, no lo hicieron subir", recuerda el hombre. Al no hallar a su padre, se llevaron a su abuelo.

"Vimos desde la ventana cómo se marchaba el todoterreno. Estaba sentado detrás. Es la última imagen que tengo de él. Después no sabemos qué pasó", explica sobre Mohamed Ben Mokhtar, un tendero de 59 años entonces.

- "Le esperamos" -

La familia se esforzó por averiguar su paradero, recorrió los campos de detención donde podría haber acabado, escribió al general Jacques Massu, responsable policial en Argel, y a otros funcionarios franceses.

"Nos respondieron diciendo: 'No está en nuestras listas'". En 1958, acompañó a su abuela al hotel Aletti, donde dos abogados franceses, Jacques Vergés y Michel Zavrian, recababan información sobre los desaparecidos.

Pero en vano. "Le esperamos durante el primer mes (...) Pero cuando la gente no volvía a aparecer al cabo de dos o tres semanas, sabíamos que se había acabado", dice Mohamed Tazir.

Al igual que el tendero de Belcourt, miles de argelinos fueron engullidos por la maquinaria represiva puesta en marcha por el ejército francés durante la "Batalla de Argel", en 1957.

Sesenta años después del final de la guerra de independencia de Argelia, que se cumplen en 2022, un sitio web francés, 1000autres.org, intenta sacarlos del olvido en el que se hundieron.

A partir de una lista de denuncias de desapariciones, los dos historiadores que están detrás de la página web han hecho un llamamiento a testigos para intentar averiguar qué pasó con los desaparecidos.

"En virtud del estado de emergencia y de los poderes especiales, los militares podían arrestar, retener, interrogar y encerrar en campos a casi cualquiera, sin rendir cuentas", asegura a la AFP Fabrice Riceputi.

Los interrogatorios solían terminar en "accidentes de tortura o ejecuciones sumarias, cuando consideraban que el acusado era irrecuperable, demasiado peligroso o ya no era presentable a la autoridad civil", agrega el profesor de historia en Besançon.

- "¿Dónde están los cuerpos?" -

Desde su creación en 2018, el sitio recibió 400 mensajes, entre ellos el de Mohamed Tazir. Y se concluyó que hubo 335 desapariciones definitivas, confirmadas por allegados o por fuentes de archivo.

"Lo que la gente quiere saber es dónde están los cuerpos y, eventualmente, después, la verdad sobre qué les pasó", explica Malika Rahal, otra historiadora implicada en el proyecto.

Para las familias, 1000autres.org representa un memorial, donde su pariente recobra finalmente un rostro. El nombre de cada uno está acompañado, cuando se puede, de una foto y de un relato sobre su desaparición.

Algunas familias también tienen la esperanza de que Francia reconozca finalmente este doloroso pasado, como el presidente Emmanuel Macron hizo con el matemático Maurice Audin o el abogado Ali Boumendjel.

"Al menos deberían reconocer que hay un crimen impune e injusto", asegura Mohamed Tazir, aunque para él lo importante está en otra parte.

"Cuando pienso en su marcha, siento su mano. Me dio la mano y me dijo: 'No te preocupes, no es nada', y se fue". "Cada vez que lo pienso, se me llenan los ojos de lágrimas", dice con la voz entrecortada por la emoción.

L.Bohannon--NG