Los rusos se marchan poco a poco de una ciudad kazaja junto a un famoso cosmódromo
Rodeada por inmensas dunas de arena, la ciudad de Baikonur, administrada por Rusia y contigua al cosmódromo arrendado por Moscú a Kazajistán, pierde poco a poco a sus habitantes rusos, dejando atrás su época dorada.
Desde la caída de la URSS en 1991, Rusia alquila al Estado kazajo esta mítica e histórica zona de lanzamiento de donde partió el primer hombre en viajar al espacio, Yuri Gagarin.
El actual contrato se extiende hasta 2050, y Baikonur sigue siendo el lugar desde donde la agencia espacial rusa Roscosmos realiza sus vuelos tripulados, enviando a rusos y extranjeros a la Estación Espacial Internacional (ISS).
Pero en la ciudad quedan cada vez menos rusos.
"Se instalan cada vez más kazajos y los rusos se marchan", indica Artur Faleyev, de 22 años, nacido en Baikonur.
En esta ciudad completamente volcada a la industria espacial, Faleyev no pudo encontrar trabajo en su ámbito, la informática, por lo que optó por ser agente de seguridad en uno de los emplazamientos de Roscosmos.
"Generalmente, los jóvenes que nacen y van aquí a la escuela se marchan después a Rusia, a Moscú, a San Petersburgo. Aquí no hay futuro", asegura Faleyev, que tiene pasaporte ruso y prevé mudarse con su madre a la región rusa fronteriza de Cheliábinsk.
Su mejor amigo, Alexander Ognev, de 22 años y nacido en Baikonur, también es de etnia rusa, pero solo tiene pasaporte kazajo. Ha iniciado un procedimiento largo y costoso para convertirse en ciudadano de la Federación de Rusia.
"Mis abuelos llegaron aquí durante la 'Campaña de las Tierras Vírgenes", cuenta en referencia al programa iniciado en los años 1950 por Nikita Jrushchov para cultivar grandes espacios.
Alexander trabaja actualmente en un refugio para animales por un sueldo de 20.000 rublos mensuales (unos 210 dólares).
- Programa de repatriación -
Según el ayuntamiento, Baikonur acoge todavía a 15.783 ciudadanos rusos sobre una población oficial de 57.000 personas.
"El que tiene trabajo es quien se queda", comenta Sarsenbek Abechev, de 65 años, de etnia kazaja y vendedor de fruta.
El declive de la ciudad, de estética soviética con sus edificios de hormigón parcialmente abandonados y sus ruinosos monumentos dedicados a la Unión Soviética, tiene varias explicaciones.
El cosmódromo ruso de Vostochni, inaugurado en 2016 en el Extremo Oriente ruso, reemplaza poco a poco a Baikonur.
Por otra parte, la empresa estadounidense Space X envía desde 2020 vuelos tripulados a la ISS, poniendo fin al monopolio de Roscosmos.
La ofensiva rusa contra Ucrania también frenó la colaboración ruso-occidental en el ámbito espacial, y las sanciones internacionales podrían afectar a los proyectos ruso-kazajos, según medios de comunicación independientes.
En este contexto, Moscú propone un programa de repatriación para los ciudadanos rusos que viven en Baikonur.
A finales de 2021, el presidente Vladimir Putin firmó un decreto para facilitar la obtención de viviendas en Rusia a quienes deseen marcharse.
Desde entonces, al menos 1.141 familias solicitaron ser repatriados, según el ayuntamiento.
"El objetivo (del programa) es que los ciudadanos rusos no se queden sin nada", afirma a AFP Konstantin Busygin, el alcalde de Baikonur de 57 años y denso bigote.
Busygin cree que la ciudad no podrá sobrevivir mucho tiempo si cierra el cosmódromo. "Aquí no tenemos fábricas. Cuando Roscosmos se vaya, perderemos 7.500 puestos de trabajo".
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T.M.Kelly--NG